De hablar pausado, pero profundo, característico del anciano fraguado en el rigor de la lucha guerrillera, la prisión, las torturas y el trabajo duro en el campo, José Mujica trasciende hoy por su carisma y austeridad, que lo hacen ser considerado como el exjefe de Estado “más humilde del mundo”, y por las críticas al sistema capitalista y su estilo de vida.

Sobre este tema y otros muchos de interés, asociados al amor y la felicidad versus el mundo del dinero, dialogó en noviembre de 2017 cuando recibió el título Honoris Causa de la Universidad de Panamá (UP).

Fue entonces cuando lo conocí y tuve la oportunidad de apreciar su sencillez y jerga personal, capaces de romper con los protocolos y arrancar risas en medio de hondas elucubraciones sin los preámbulos preconcebidos de los discursos; pero, sobre todo, la admiración que despierta en seguidores y detractores.

Con el optimismo depositado en las nuevas generaciones y su capacidad para cambiar el torcido rumbo actual del mundo, Pepe, como gusta que lo llamen, dijo que le queda “como aliento que aparezca el PIB (Producto Interno Bruto) de la felicidad humana”, en un paralelo con la desmesurada atención a la macroeconomía.

El público que ese día desbordó el Paraninfo universitario, por demás perteneciente a una heterogénea gama ideológica y etaria, recibió sus palabras con una mezcla de efusivas ovaciones, consignas, fríos aplausos y alguna sonrisa diplomática, sin contar los que hicieron fila para dejar registrado el histórico momento en una imagen digital a través del celular.

Con modismos de su país y en un lenguaje llano, alejado de frases grandilocuentes, dejó en el aire un mensaje para los ricos al recordar: “al fin y al cabo nos vamos a ir desnudos, como vinimos”, en evidente referencia al nacimiento y la muerte.

El pasado guerrillero del condecorado y su lucha, que lo llevó durante 15 años a las cárceles uruguayas, se recogió en la resolución del entonces rector de la UP, Eduardo Flores, a lo que Mujica restó importancia, al bromear que “su único mérito es tener un poco de suerte”.

Sobre la prisión afirmó que fue por intentar transformar al mundo, “pero, sobre todo, porque me agarraron; no tenía vocación de héroe”, aunque reconoció que durante esos años encontró el mejor refugio de su personalidad, porque debió “aprender a hablar con el que llevaba adentro”.

Y el mensaje a la audiencia juvenil fue que se aprende más de la “adversidad que de la bonanza”, porque los triunfos fáciles a la vuelta de la esquina suelen frivolizar. “El hombre es un animal muy fuerte, si se sabe encontrar a sí mismo”, sentenció.

Mandato presidencial

A cuatro meses de cumplir 90 años, el venidero 20 de mayo, el exmandatario de Uruguay entre 2010 y 2015 por el Frente Amplio (FA) hizo mucho por los suyos durante su mandato, como donar alrededor del 90 % de su salario mensual de 12.000 dólares a organizaciones benéficas, que favorecieron a los pobres y pequeños empresarios.

Más allá de las críticas por su cercana amistad con los argentinos Néstor y Cristina Kirchner, Mujica logró un acercamiento entre los dos pueblos hermanos, camino a las presidenciales de 2009, donde resultó electo como el 40 presidente de la nación suramericana en segunda vuelta, con el 52 % de los votos emitidos.

Frente a su esposa Lucía Topolansky, primera senadora de la Nación entonces, el exgobernante prestó juramento el 1 de marzo de 2010 en el Palacio Legislativo, donde pronunció un discurso en el que hizo referencia a su pasado guerrillero, ideas y largo camino hacia la presidencia.

A pedido suyo, la sencilla ceremonia de investidura fue realizada al aire libre en la plaza Independencia, la más importante del país, frente a una multitud de personas y autoridades nombradas, sobriedad que caracterizó su mandato, al punto de renunciar a la residencia presidencial para seguir viviendo en su granja en la zona de Rincón del Cerro, donde desde hace décadas se dedica al cultivo de flores como actividad económica.

Marcada por su firmeza ideológica y dedicación al Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del izquierdista FA, la presidencia de Mujica se enfocó en políticas de inclusión social que redujeron la pobreza y promovieron la educación, seguridad, medio ambiente y energía, al tiempo que introdujo reformas fundamentales para el desarrollo de una sociedad más equitativa.

A pesar de los desafíos económicos, impulsó la inversión en salud y vivienda, este último sector a través del Plan de Integración Socio-Habitacional “Juntos”, sustentado por colaboraciones solidarias de empresas privadas, con buena parte del salario mensual del exmandatario y la venta de alguna de las propiedades del Estado en desuso para beneficiar a los más necesitados.

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Reconocimiento internacional y vida personal

El legado del también senador y diputado se extiende más allá de las fronteras uruguayas, ya que sus políticas progresistas fueron aclamadas a nivel internacional, entre las que sobresalen las dirigidas a promover los derechos humanos.

Su estilo de liderazgo, basado en la humildad y el diálogo, le valió el reconocimiento de líderes de todo el mundo y de organizaciones como las Naciones Unidas, las cuales destacaron su postura sobre el medio ambiente y la justicia social.

En tal sentido, muchos recuerdan el discurso pronunciado en 2013 en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, cuando instó a la comunidad internacional a priorizar el bienestar humano sobre el crecimiento económico, recordando que "no hay un planeta B".

La vida personal de Pepe Mujica también es objeto de admiración, pues la relación con su esposa Lucía representa una historia de amor verdadero y compromiso revolucionario. El hogar, un pequeño establecimiento rural en las afueras de Montevideo, refleja su filosofía de vida: simple, pero llena de significado.

La conexión con los animales y la naturaleza, elementos presentes en los discursos, lo hacen aún más accesible y humano ante los ojos de la gente común, que observa con asombro el Volkswagen Beetle de 1987 y la bicicleta de 60 años que les sirvieron como medios de transporte.

Despedida

Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso.

Estas fueron las recientes palabras del también exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre 2005 y 2008, tras anunciar la decisión de abandonar los tratamientos médicos luego de conocer que el cáncer de esófago invadió otros órganos e hizo metástasis.

Retirado de la actividad política desde el 20 de octubre de 2020 para dedicarse a la militancia popular como líder del Movimiento de Participación Popular, el exgobernante expresó que desea dedicar el tiempo que le quede a trabajar en su chacra (granja).

Con esta decisión, Mujica concluye una envidiable trayectoria política que, por más de medio siglo, recorrió varias etapas: de guerrillero tupamaro a prisionero torturado, de legislador y ministro a presidente, en el que cautivó a enemigos y amigos por sus discursos anticonsumo y la vida modesta, que aún conserva.

Pocos días antes de la entrevista concedida a BBC Mundo a finales de noviembre último, Pepe cerró con broche de oro otro importante capítulo de su vida política, al lograr que su proyecto de izquierda perdure más allá de su existencia con la elección de Yamandú Orsi (FA) como nuevo presidente de Uruguay, quien asumirá en marzo venidero.

Mientras, su acto de última voluntad ya está escrito, con la sencillez que lo caracteriza, y lo anunció a través de la publicación Búsqueda:

Yo me voy a morir acá (en su granja). Ahí afuera hay una sequoia (árbol) grande. Está Manuela (su perra) enterrada ahí. Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está.