Ada Lovelace, Grace Murray Hopper, Hedy Lamarr y Joan Clarke son algunos de los nombres que cada último jueves de abril salen a la luz, cuando el mundo celebra el Día Internacional de las Niñas en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) desde 2010.

Este es el momento para inspirar a las adolescentes que todavía apuestan todo su talento y futuro al mundo digital, a pesar de las barreras impuestas durante décadas para invisibilizar el aporte femenino en este campo dominado por hombres y que, según las estadísticas, para 2050 el 75% de los trabajos estarán relacionados con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

De acuerdo con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, justamente estas disciplinas constituyen espacios fundamentales para la construcción de sociedades más inclusivas y sostenibles.

Sin embargo, la incorporación de las mujeres en estas áreas sigue siendo un desafío pendiente, sobre todo si tenemos en cuenta que sólo el 30% de los estudiantes universitarios en STEM son mujeres, por lo que al ritmo actual no será posible alcanzar la paridad de género antes del año 2100.

Las primeras visionarias

La historia de las mujeres en la tecnología comienza mucho antes de la era digital moderna. Ada Lovelace (1815-1852), considerada la madre de la programación informática, fue la primera persona capaz de diseñar un algoritmo computacional y anticipar la capacidad de los ordenadores para desarrollar funciones más allá de simples cálculos numéricos, décadas antes de que existiera la primera computadora.

Su visión fue tal, que los aportes investigativos llegaron hasta nuestros días, ya que estableció las bases conceptuales de lo que hoy conocemos como programación.

Otra figura fundamental es Grace Murray Hopper (1906-1992), quien no solo fue una de las primeras programadoras de la computadora Mark I de la Universidad de Harvard, sino que aportó contribuciones decisivas al desarrollo de lenguajes de programación independientes del hardware.

También encabezó el equipo que desarrolló el primer compilador de alto nivel, dando origen al popular lenguaje COBOL (lenguaje de programación), aún utilizado en la actualidad. El liderazgo de esta científica informática, matemática y contraalmirante de la Marina de los Estados Unidos, resultó excepcional en una época, donde el llamado sexo débil rara vez ocupaba posiciones directivas en el campo tecnológico.

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Las "computadoras humanas" y criptógrafas olvidadas

Durante la Segunda Guerra Mundial, numerosas mujeres trabajaron descifrando códigos secretos, realizando tareas que requerían especialización, precisión y paciencia, sentando así las bases de la criptografía actual. De hecho, el término "computer" (computadora) originalmente se refería a un tipo de trabajo realizado por personas, mayoritariamente femeninas.

Es el caso de Joan Clarke, una matemática británica que trabajó junto a Alan Turing para descifrar el código Enigma, contribuyendo significativamente al triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la brillantez, su historia quedó opacada durante décadas por la de sus colegas masculinos.

Lovelace, por su parte, es reconocida principalmente por su trabajo con la Máquina Analítica de Charles Babbage, sobre la cual escribió en 1843 una traducción al inglés de un artículo del ingeniero Luigi Menabrea, añadiendo un apéndice extenso con siete notas (de la A a la G), que constituyen un artículo en sí mismo.

En estas notas describió un algoritmo para calcular los números de Bernoulli, considerado por muchos como el primer programa o algoritmo de la historia, lo que la convierte en la primera programadora de la historia.

El ENIAC, reconocido como el primer computador electrónico, fue programado por seis matemáticas estadounidenses conocidas como las "Top Secret Rosies". Estas mujeres desarrollaron los fundamentos de la programación moderna, prácticamente sin herramientas ni referentes previos, creando métodos innovadores para resolver problemas computacionales complejos.

Inventoras e innovadoras

Hedy Lamarr, además de ser una famosa actriz de Hollywood, fue inventora de un sistema inalámbrico para misiles, que posteriormente inspiró tecnologías como el WiFi. Su caso ejemplifica cómo las contribuciones femeninas a la tecnología frecuentemente quedaron eclipsadas por otros aspectos de sus carreras o vidas.

Edith Clarke, por su parte, patentó una calculadora gráfica que resolvía problemas de transmisión eléctrica, mientras que la española Ángela Ruiz Robles desarrolló la enciclopedia mecánica, precursora del libro electrónico o ebook.

Brechas persistentes y horizontes en cambio

A pesar de la fundamental contribución de estas pioneras, las estadísticas actuales revelan que persisten importantes brechas de género en el sector tecnológico. Apenas el 3% de las estudiantes eligen carreras vinculadas específicamente con las TIC.

En México, por ejemplo, las áreas seleccionadas son Educación (71% de la matrícula universitaria), Ciencias Biológicas (65%) y Económico Administrativas (56%), mientras que solo el 8.8% de las niñas muestra interés por las carreras STEM.

Si miramos al ámbito profesional, la situación tampoco resulta alentadora: las mujeres ocupan apenas el 22% de los puestos en inteligencia artificial, uno de los campos con mayor proyección de crecimiento.

Sobre el tema, la directora de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza, ha destacado que "dar a las mujeres igualdad de oportunidades en carreras STEM ayuda a reducir la brecha salarial de género, mejora la seguridad económica de las mujeres, garantiza una fuerza de trabajo diversa y talentosa, y evita los sesgos".

Un futuro digital inclusivo es posible

La historia de las mujeres en la tecnología demuestra también que, a pesar de los obstáculos y la invisibilización sistemática, su contribución ha sido fundamental para el desarrollo del mundo digital que conocemos hoy.

Como señalan los organizadores del Día Internacional de las Niñas en las TIC, el objetivo de la celebración este año es "inspirar y empoderar a las niñas, adolescentes y jóvenes para que exploren y desarrollen su potencial en el campo de las TIC, contribuyendo así a la construcción de un futuro digital más equitativo y sostenible".

Solo mediante una participación equitativa podremos garantizar que la revolución tecnológica beneficie a toda la humanidad, sin dejar a nadie atrás, y mucho menos al sexo femenino, al cual le debemos muchas de las inventivas que hoy hacen más viable la vida. ¿Tú qué opinas?