En la solemne Basílica de San Pedro, donde el protocolo vaticano rige cada paso, una figura frágil rompió el silencio y las normas con un gesto que tocó el corazón de miles.

Este 23 de abril de 2025, mientras cardenales y obispos desfilaban primeros con precisión para rendir homenaje al papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años por un ictus, Sor Geneviève se saltó el cordón de seguridad. Con una mochila al hombro y el rostro bañado en llanto, se arrodilló junto al féretro durante varios minutos, rezando en silencio. Nadie, ni siquiera los guardias, se atrevieron a interrumpirla.

“Era su amiga, la que llevaba a los últimos a Francisco”, informó Barrio Adentro. Este acto espontáneo reflejó la esencia de un pontificado que rompió barreras para acercarse a los marginados.

Sor Geneviève Jeanningros es una monja de 81 años y amiga íntima del Papa Francisco. Su acercamiento al féretro del pontífice fallecido para despedirse entre lágrimas fue un momento que encapsuló el legado de un papa que siempre buscó a los olvidados y defendió el empoderamiento de la mujer en la Iglesia.

#AlmaPlusTv I Traslado del féretro del Papa Francisco a la capilla de San Pedro

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Un lazo forjado en las periferias

Sor Geneviève, de la orden de las Hermanitas de Jesús, no era una desconocida para Francisco. Su amistad, nacida en los márgenes de la sociedad, se fortaleció a lo largo de los años.

Según La Nación esta religiosa franco-argentina, sobrina de Léonie Duquet, una las monjas francesas asesinadas durante la dictadura militar en Argentina, dedicó su vida a los más vulnerables: personas sin hogar, migrantes, trabajadores de circo.

Desde 2022, acompañaba a grupos de personas a las audiencias generales del sucesor de Pedro, asegurándose de que nadie fuera excluido del abrazo de la Iglesia. “Nadie debe ser desechado”, afirmó en una entrevista con medios vaticanos.

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Una vida al servicio de los invisibles

Geneviève no solo fue un puente entre Francisco y las periferias; fue una activista de la compasión. En 2024, logró que el papa visitara el parque de atracciones de Ostia para encontrarse con feriantes, un gesto inédito.

También llevó al Vaticano a grupos poblacionales que enfrentaban la violencia y la exclusión, como Claudia y Marcella, una de las cuales fue asesinada poco después de su encuentro con Francisco. “Le llevé su foto al Papa, y él rezó por ella”, relató Geneviève.

Su vida, marcada por la humildad, se desarrolla en una caravana en las afueras de Roma, desde donde ayuda a quienes la sociedad ignora.

El papa Francisco la describió como el “enfant terrible”, un apodo cariñoso que reflejaba su valentía para desafiar las normas en nombre del amor al prójimo. Su conexión con el Papa, iniciada en Argentina décadas atrás, se profundizó en Roma, donde se convirtió en una aliada clave en la misión del pontífice de construir una Iglesia para todos.

#AlmaPlusTv l Joao Pedro: "El Papa nos dejó un legado de compromiso con el pueblo"

✊ Joao Pedro Stedile, uno de los líderes más respetados del Movimiento de los Trabajadores sin Tierra (MST) comparte con #AlmaPLusTv los últimos encuentros con el Papa Francisco.

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Un adiós que trasciende el protocolo

La despedida de Sor Geneviève no fue solo un momento de duelo personal; constituyó el recordatorio del impacto de Francisco en quienes, como ella, creyeron en su visión de una Iglesia acogedora.

Mientras miles de fieles, desde México hasta Nigeria, llenaban la Basílica de San Pedro para rendir homenaje al pontífice, la imagen de esta monja octogenaria, rezando con el corazón roto, se grabó en la memoria colectiva.

“Creó una Iglesia para todos”, dijo la hermana Gordencia, una monja indonesia entrevistada por RTVE.

En un mundo donde las jerarquías suelen imponerse, el papa Francisco enseñó que la fe y el amor no entienden de protocolos.